Uno de los aspectos positivos e indiscutibles de los campamentos de verano es que los niños aprenden a disfrutar de la experiencia de dormir fuera de casa.
Pero ¿qué otros beneficios procuran?
- El primero, el fomento de la confianza en sí mismos; ya sea porque descubren un deporte nuevo, mejoran en uno que ya practicaban o porque comparten sus éxitos con sus compañeros de equipo. Los niños acumulan experiencias de forma intensiva y de esta manera, aprenden a conocerse mejor y a potenciar sus aptitudes. Para los que salen de casa por primera vez, supone un paso de gigante en la obtención de su autonomía.
- Además, adquieren o incrementan las habilidades sociales, al relacionarse con niños que no pertenecen a su entorno vital. Estas conexiones con campers de diferentes zonas o culturas, les enseñan a convivir y a comprender la diversidad humana.
- Desarrollan nuevas aptitudes que hasta ahora desconocían y eso les ayuda a reforzar su sentimiento de identidad.
- Aprenden a gestionar el éxito y el fracaso y a compartirlo con el resto del equipo. Asimilan que los “fracasos” forman parte del aprendizaje y que estimulan el esfuerzo.
- Descubren de lo que son capaces y vuelven a casa mucho más motivados.